miércoles, 21 de noviembre de 2007

Frascuelo, ¡el toreo!

Los aficionados se convidaban a tabaco; los que no son de fumar intercambiaban parabienes, que sale más barato; algunos tenían un nudo en la garganta; había quien gritaba para que lo oyera la empresa: "¡Frascuelo, a la feria!", y hubo quien resumía la faena del mencionado (y varias veces aclamado) Frascuelo: "¡Ha estado como Dios!". Y todo eso porque el mencionado y aclamado Frascuelo había recreado el toreo."¡Como Dios!"..., curiosa referencia. Bueno, algo de eso debió haber: cambiado el tercio de banderillas, el toraco, astifino y descastado, quedó en los medios, a verlas venir. Y vinieron... He aquí que se hace presente Frascuelo. Camina lento y ceremonioso a los medios. Cuando llega al terreno elegido, muy distante del toro, cita mostrando la franela bien planchá, según mandan los cánones... Pero los cánones mandan más cosas y Frascuelo las haría también. Es decir que, cuando el toro tardo-descastado se arrancó y le llegaba a jurisdición, cargó la suerte, embarcó suave y hondo el redondo, ligó dos más ganando terreno y remató con el de pecho, de cabeza a rabo.

Frascuelo repetía las tandas dejándose ver, en perfecta ligazón, y aún hubo un ayudado a dos manos hermosísimo, antes de meter dos palmos de acero por el hoyo de las agujas en impecable ejecución del volapié. Fue un toreo del que ya no se ve, un toreo a la antigua; aquel toreo bello, emotivo y profundo que elevó la tauromaquia a la categoría de arte.

...

Las medias verónicas belmontinas también hace mucho que no se veían. Hubo de ser Frascuelo una tarde otoñal en Las Ventas... Después de una temporada deseando ver torear o, dicho de otra manera, después de un centenar de corridas, con un total de 600 toros que, a 100 pases por toro, son 60.000, hubo de ser un diestro inesperado quien hiciera el toreo verdadero una tarde otoñal cualquiera en Las Ventas. Pero la espera mereció la pena: menudo gusto dio.

"Frascuelo, ¡el toreo!", crónica de Joaquín Vidal publicada en el diario El País el 3 de Septiembre de 1990.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Os felicito por desenvolvar esta pieza literaria de Joaquín Vidal.

La condesa de Estraza

Anónimo dijo...

Recuerdo la primera vez que vi a Frascuelo: Otoño del 96, yo con 19 añitos. Su aroma torero ya lo capte, y ahora espero poder disfrutarlo en un mano a mano, con mi amado Pauloba (también le descubrí ese 96).

Viva España!!!!!